El amor, el desamor, la vida, la historia, los sueños, la realidad, el pasado, el presente, el ahora y… ¿qué es todo ello sin ti y sin mí?
Este madrileño, nacido en la avenida de los Toreros un 28 de junio de 1963, lleva en sangre la vena de artista heredada de su padre, el gran pintor de ambientes castizos Pepe Puente González.
Apenas cumplía cinco años cuando ya intentaba dar alas a su alma creativa; mientras su madre trabajaba haciendo troqueles, él hacía moldes de figuritas y con plástico quemado creaba su propia obra. «Aún guardo recuerdos de aquellos años», nos confiesa.
Puente Jerez está emocionado mientras nos relata cada detalle, cada vivencia, cada sensación, porque sus obras representan historias de momentos llenos de emociones.
Sabemos que desde muy joven siempre tuvo una curiosidad innata, se formó de manera autodidacta explorando la ductilidad de los materiales y su plasticidad, y con tan solo quince años expone por primera vez en el Círculo Mercantil de Madrid. No fue su juventud lo que sorprendió a artistas y expertos, sí el poder de expresión de sus obras.
El artista Puente Jerez se reconoce como un escultor frágil y muy sensible. Nos cuenta que adquirió su oficio trabajando y formándose en talleres. «La fundición Codina me lo ha brindado todo, Miguel Ángel (padre), me llamó cuando yo tenía diecisiete años para trabajar y aprender con ellos el proceso de realización de la escultura en bronce, para mí fue toda una oportunidad. He tenido mucha suerte, rodeándome de grandes profesionales».
En la actualidad, Puente Jerez se declara broncista y nos cuenta: «Cuando creo una obra ya no modelo en barro, directamente trabajo la cera y trabajo el bronce. Tampoco me la estudio, me pongo, la desarrollo y la hago. En mis encargos nunca realizo maquetas». Esto dice todo de la creatividad de este artista madrileño.
Durante su larga trayectoria, su obra viaja por países como Francia, México, Ecuador, Colombia, dejando el aroma del artista, contando historias de amores y desamores prohibidos, de tradiciones y del folclore.
Siempre incansable, inquieto, buscador de nuevas aventuras y… soñando, en un sueño le vino a visitar el porqué de su obra. A partir de ese momento, su rumbo cambia, las figuras toman vida propia, cuentan historias, sienten, lloran e incluso hablan con voz de otros. En el teatro Tribueñe, bajo la coordinación escénica de Irina Kouberskaya, se representa Soñando de un sueño soñé, un sueño convertido en una realidad.
Treinta y cuatro esculturas realizadas en bronce se entrelazan entre sí y, como si tuviesen vida propia, cuentan una historia de sentimientos y de sensaciones.
Una historia cargada de sensibilidad, un amor silenciado y trágico entre Manolete y la actriz Lupe Sino, contada a través de las esculturas, con música, textos e iluminación de Eduardo Pérez de Carrera.
Puente Jerez nos deja con ganas de más, con posibilidad de disfrutar de su obra en una nueva representación teatral, donde el lugar elegido podría ser el patio de chiqueros de Las Ventas, nunca se sabe…
Puente Jerez dice estar siempre inspirado cuando está creando y elige ser recordado como creativo y artista a través de su obra. Creador de memoria histórica, de momentos, de folclore, se confiesa un apasionado de lo que hace.
Con firmeza, y siendo consciente de todo lo que conlleva apostar por nuestros sueños, nos dice a modo de mensaje: «No existe lo inalcanzable; parecía imposible que yo pudiese realizar una representación teatral de mi obra, y lo he hecho. Todo es mental, no existe lo inalcanzable, hay que atreverse, hay que hacerlo; no se vende lo que no se hace y no se ve lo que no se crea, siempre hay que hacerlo, bien o mal o regular, pero hay que atreverse y hacerlo».
Siempre buscando la intensidad y el amor, la provocación y la emoción, su cabeza da vueltas pensando en su próxima obra. Puede que le lleve más de dos años realizar las esculturas para llevarlas a escena, sin embargo, confiesa que merecerá la pena crear sensaciones para compartirlas.
REDACCIÓN: Custodia Ponce
FOTOGRAFÍA:
Bernabé García-Heras Díaz /
David Fuentes