TRIUNFAR MÁS ALLÁ DE LA LUZ
Por Francisco Javier Zambrana
Existen lapsos de tiempo reducidos que todo deportista ha vivido. Durante esa porción de segundo, todo se para, se hace más lento y se concede una oportunidad al que se encuentra compitiendo. Durante esas milésimas tan imperceptibles por algunos, se gestan los grandes campeones, personas que dan el todo por el todo cuando deben hacerlo, que colocan ese brazo hacia la izquierda y esa pierna hacia la derecha cuando deben, y no cuando se encuentran sobre el tatami, con lágrimas en los ojos, derrotados.
<<Los grandes>> no son grandes por definición, lo son por su rendimiento en un momento determinado, en el que todo converge y se alinea para darles paso, para regalarles algo que puede que lleven años cultivando. Y es que ‘los grandes’ se desviven por ser grandes, se dejan la piel cada mañana desde que abandonan el colchón hasta que lo retoman sin energías, se sacrifican en cada gesto, en cada marca, en cada ronda de entrenamiento; y, ante todo, lo encaran con seriedad, con respeto, con disciplina.
Sin embargo, después de todo ello, el deportista de alto rendimiento debe llegar a ese segundo, a ese instante que le cambie su existencia. Puede ser que acierte, o puede ser que cometa el error más grave de su carrera. En su mano, en sus piernas y en su cerebro están las llaves para ello, y, en su corazón, el sentimiento que le mueve.
Ser capaz de acertar después de años de entreno diario en hasta tres ocasiones consecutivas es un logro inigualable. Tres Juegos Paralímpicos sin nadie que te descubra las vistas desde el tatami son un récord sin precendentes, solo a la altura de ‘los grandes’, solo a la altura de los que siempre lo bordan, de los que nunca cierran los ojos, de los que luchan sin importar el estado. El problema es que pocos lo han reconocido como logro, como hito histórico y como marca deportiva que todos deben alabar.
Por ello uno se plantea: ¿es esto ser grande a día de hoy? No, ser grande actualmente es levantar masas, es mover mundos con una sola palabra, es hacer que personas cambien porque el gran deportista lo haya hecho. Ser grande hoy implica mucho más que simplemente el hecho de serlo, implica un pacto con no solo tu disciplina, sino con la gestión del entorno, esa que te roba minutos de entrenamiento.
Por ello, ‘los verdaderos grandes’ de nuestros días son los que viven tras esos focos, los que valoran la dedicación que hay tras cada segundo de gloria. Ellos hicieron historia, escribieron con letras de oro la leyenda de sus países en unas Olimpiadas, y quedaron inundados por otros que quizá no vivieron las mismas dificultades ni se entregaron en cuerpo y alma.
La única diferencia termina siendo el reconocimiento. Unos vivirán en el Olimpo, mientras que el resto permanecerá en el recuerdo eterno de aquellos que amen el deporte, de aquellos que los acompañaron en ese momento tan especial, en ese segundo en el que eligieron triunfar, hacerse grandes, al menos durante unos segundos.
Carmen Herrera, nacida en Málaga un 26 de septiembre de hace 44 años, es una de esas personas que podría ser considerada verdaderamente grande. Dedicada al judo desde sus 21 años, ha llegado a alzarse con hasta tres oros en Juegos Paralímpicos de manera consecutiva. La deficiencia visual con la que convive desde su nacimiento, causada por su albinismo, no le ha impedido hacerse un hueco destacado en el deporte español.
Galardonada con la Medalla de Oro de la Real Orden al Mérito Deportivo en 2009, así como con la Medalla de Andalucía, Carmen ha destacado en el panorama internacional gracias a la consecución de hasta 4 campeonatos de categoría mundial (Campeonato Mundial IBSA 2002, Copa del Mundo de 2001, Juegos Mundiales IBSA 2007 y Campeonato Mundial IBSA 2011) y 2 europeos (1999 y 2006). Gracias a dichas distinciones, llegó a ser apodada como la ‘Valquiria del Sur’, y obtuvo un enorme reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Su labor en el deporte paralímpico ha despertado pasiones y ha creado un movimiento del que ella fue partícipe desde el momento en el que competía. La expansión de esta rama del deporte profesional ha sido fruto de sus participaciones y brillantes resultados, los cuales han permitido que se visualice y estos Juegos se conviertan en el tercer evento deportivo más seguido del planeta.
Con una experiencia personal que ha traspasado fronteras, Herrera es un ejemplo de deportista que ha superado todo tipo de trabas, no solo las causadas por su limitación visual, sino las que le ha traído la falta de ayuda en su práctica deportiva. Mantenerse entrenando durante más de 15 años, ha sido uno de los retos más difíciles de su carrera, dado que los ingresos económicos siempre fueron un inconveniente. Sobre todo teniendo en cuenta que los deportistas paralímpicos no fueron considerados ‘de alto rendimiento’ hasta el Real Decreto 971, del año 2007.
Ante ello, siempre se mantuvo fuerte, y con una ‘‘meta’’ entre sus principales objetivos. Luchar por avanzar un paso más y acercarse con paciencia a la gloria, es lo que la ha definido desde sus inicios. Enseñar que cualquier reto es posible si uno trabaja cada día es lo que la representa actualmente.
Sincera, sin filtros, sin miedo. Una judoca profesional que va más allá del simple deportista. Una persona con un secreto que esconde ‘‘la llave del éxito’’.
¿Qué es lo que te lleva en tu vida a adentrarte en el judo como deporte?
––Era un deporte que se me daba bien y en el que tenía una habilidad. Veía que cuando trabajaba, mejoraba, y esa recompensa al trabajo era algo que me llamaba la atención. Podría haber hecho atletismo, pero el judo lo elegí porque se me daba bien. Me gustaba más el deporte que se me daba mejor, para así
competir, salir y vivir experiencias nuevas.
Siempre se dice que aquel que hace lo que le llena, tiene suerte. ¿Un deportista tiene cierta fortuna por hacer lo que ama?
––Creo que la fortuna no existe, sino que más bien son preferencias personales que se adaptan a una persona determinada. Si consigues hacer de lo que te gusta una rutina y un modo de vida, mucho mejor. En muchas ocasiones, las personas atienden a otros factores en lugar de esforzarse por encontrar lo que realmente le apasiona. En mi caso, yo escogí lo que quería hacer, y decidí dedicarme a ello sin ningún tipo de recompensa económica, ni esperanza de reconocimiento, sino por mi afán de superación y a lo que tendía por mi carácter. Hay situaciones en las que merece la pena que te desgastes luchando por lo que piensas que tiene que ser.
¿Qué es lo que te lleva en tu vida a adentrarte en el judo como deporte?
––Era un deporte que se me daba bien y en el que tenía una habilidad. Veía que cuando trabajaba, mejoraba, y esa recompensa al trabajo era algo que me llamaba la atención. Podría haber hecho atletismo, pero el judo lo elegí porque se me daba bien. Me gustaba más el deporte que se me daba mejor, para así competir, salir y vivir experiencias nuevas.
Siempre se dice que aquel que hace lo que le llena, tiene suerte. ¿Un deportista tiene cierta fortuna por hacer lo que ama?
––Creo que la fortuna no existe, sino que más bien son preferencias personales que se adaptan a una persona determinada. Si consigues hacer de lo que te gusta una rutina y un modo de vida, mucho mejor. En muchas ocasiones, las personas atienden a otros factores en lugar de esforzarse por encontrar lo que realmente le apasiona. En mi caso, yo escogí lo que quería hacer, y decidí dedicarme a ello sin ningún tipo de recompensa económica, ni esperanza de reconocimiento, sino por mi afán de superación y a lo que tendía por mi carácter. Hay situaciones en las que merece la pena que te desgastes luchando por lo que piensas que tiene que ser.
“En muchas ocasiones, las personas atienden a otros factores en lugar de esforzarse por encontrar lo que realmente le apasiona”
¿Cómo encaraste a lo largo de tu carrera tener que entrenar cada día dando el cien por cien?
––El entrenamiento depende del contexto por el que entrenas. No es lo mismo entrenar para estar en forma, para tener mejor salud, para socializar, etc., que entrenar para competición o alta competición. En 20 años han habido muchas situaciones en mi entrenamiento. Cuando comencé, mi entrenamiento se centraba en aprender, y desarrollé una curva de aprendizaje alta. Acto seguido, comencé a marcarme metas más altas, pese a que seguía entrenando un poco a nivel amateur, sin ninguna esperanza de que nadie me apoyara, sino por iniciativa propia.
Cuando llegué a la alta competición, donde me mantuve 12 o 13 años, lo gestioné como se debe gestionar a alto nivel. En este momento, se convierte ya en tu modus vivendi y, en cierta forma, económicamente se le saca rendimiento. Debes cuidar muchos aspectos del entrenamiento, y lo que antes era una parte de tu vida se transforma en tu vida entera. Para ser campeón, debes sacrificarte al 110% en todos los aspectos de la vida, dentro y fuera del tatami. Se tiene que tener en cuenta tanto el entrenamiento visible, que es el que se realiza como tal, como el invisible, que es la forma en la que comes, en la que descansas, etc.
Por ejemplo, siempre hay que tener mucho cuidado con las lesiones que puedan surgir mientras entrenas. A mí me encanta el patinaje, y me compré unos patines en línea hace 20 años. Al final se quedaron en la caja, porque si tenía un accidente podía lesionarme un codo o una rodilla. Hay mucha gente que no mira esto.
¿Cómo consigues mantenerte en términos económicos en este deporte que no disponía de recursos suficientes en comparación con el resto?
––En el deporte minoritario, frente a los deportes de masas, es muy difícil conseguir una estabilidad. Yo nunca llegué a alcanzarla del todo. El apoyo económico solamente llega cuando has obtenido unos resultados más que brillantes. Yo no tuve dichos resultados hasta prácticamente un año antes de los Juegos de Pekín 2008, y ya había conseguido un oro en Atenas 2004. Solo había mucha foto y mucha pose a mi alrededor, porque cuando uno consigue una medalla todos quieren estar a tu lado. Sin embargo, luego a nivel real nadie sabe la intrahistoria de ese resultado, porque todos se quedan en la espuma de la cerveza.
Yo nunca me quejo, porque quejarse es inútil. Creo que lo mejor fue hacer lo que hice yo, que fue seguir adelante, poniéndome metas y avanzando. Entonces fue cuando volví con la segunda medalla de Pekín, y conseguí tener el apoyo económico que me permitió continuar hasta el tercer ciclo olímpico. A pesar de todo ello, es algo con lo que no hay que frustrarse, ya que si yo hubiera perdido mi tiempo en ello, habría desperdiciado energía en algo que no era importante.
Has cosechado nada menos que tres oros paralímpicos, toda una proeza, pero el primero de ellos quizá fue el más especial. ¿Qué recuerdos guardas de tus primeros Juegos en Atenas 2004?
––Era la novedad. Intenté ir a Sídney 2000 para competir en atletismo, y, por causas ajenas a mi persona, se me impidió. Este hecho me afectó, y decidí que los de Atenas 2004 no se me escapaban. Me presenté a ellos con una preparación exhaustiva de 3 años en los que me entrené al máximo en judo, e incluso llegué a cambiar de entrenador. Fueron años de mucha innovación, trabajo y sacrificio en los que encontré la llave del éxito que utilicé durante 15 años. Hasta aquella época no había conseguido ningún resultado destacable, y a partir de entonces di con la manera de mantenerme en los primeros puestos.
En los siguientes Juegos se mantuvo la misma ambición de ser campeona, pero sabiendo que tenía una presión por defender mi título. Es cierto que nunca sentí que tenía una obligación de ganar, porque si la hubiera sentido, no lo hubiera hecho. Todo lo que hice durante esos años fue por un sentido del deber, porque me había comprometido con ello y sentía que debía llevarlo acabo. Para alimentar mi hoguera del día a día siempre pensaba en ello. Era mi deber y mi derecho, ya que al final tenía una libertad para escoger dónde quería invertir mi tiempo y mi energía.
¿Qué ocurrió en Londres 2012? ¿Qué cambió en la preparación para tus últimos Juegos?
Lo que ocurrió fue que los dos primeros ciclos olímpicos los había pasado en Málaga, bajo la tutela de mi entrenador en Judo Club Universidad de Málaga. En cambio, para este último me marché al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde comencé a cambiar los estilos de entrenamiento. Estaba interna en este centro y aprendí muchos aspectos positivos de esta experiencia. Se me dio una oportunidad excepcional y la aproveché, pues siempre que se me da una, cuando se me da, la aprovecho al cien por cien.
En realidad no cambié los métodos de entrenamiento, sino la rutina. Llevaba 15 años practicando judo y la forma en la que me desenvolvía no había cambiado mucho. Digamos que refiné los métodos de entrenamiento y aprendí nuevas técnicas. También conocí a nuevas personas que me dieron muchas vivencias que me ayudaron como persona y deportista.
Me presenté en Londres, pese a que a mi entrenador no le pareciera demasiado adecuado porque mi nivel había bajado, según me comentaba. Lo cierto es que me encontraba muy fuerte, pues hacía entrenamientos apurados, comía muy bien, y podía incluso estudiar, algo que en Málaga no podía hacer, ya que para desplazarme me era muy difícil.
Las personas que no podemos conducir, o tener coche o moto, nos encontramos con un serio problema de desplazamiento que por desgracia no se ha solucionado aún, y que en Madrid sí que no me supuso inconveniente alguno.
● Estudió microinformática y redes + TAFAD.
“El lema del Olímpico es más rápido, más fuerte y más alto,
mientras que en el deporte paralímpico se le añade y más inspirador”
Según la experiencia que has tenido a lo largo de tu carrera y lo que has podido constatar en la piel de otras personas, ¿es el deporte femenino una forma de inspirar?
––Sí, por supuesto que lo es, pero en mi caso no era el objetivo principal. Primero, uno compite porque lo necesita, y porque piensa que hace lo que debe, y luego, una vez que ha conseguido el éxito o que ha progresado lo suficiente, se manda este mensaje de inspiración. Mediante ello, se puede enseñar a una mujer y a un hombre, porque las historias de superación son universales en este mundo. El lema del Olímpico es más rápido, más fuerte y más alto, mientras que en el deporte paralímpico se le añade y más inspirador. Se inspira a otros, sin necesidad de ser capacitados, no capacitados, rubios, morenos, hombres, mujeres…
El panorama paralímpico ha evolucionado con el paso de los años. ¿Cómo lo encontraste en tus inicios y cómo está en estos momentos?
––Yo he sido afiliada a la ONCE desde los 16 años y lo conocí con 20 años, en 1995. Siempre estuve en colegios comunes desde pequeña, y me acerqué a la ONCE para conocer qué había. Desde ese momento empecé a tener contacto con el deporte practicado por personas con discapacidad, concretamente por personas con ceguera. Estuve estudiando varios deportes, ya que en aquel tiempo había muchos recursos y programas para los deportes en esta organización. Durante esos años, se consideró el deporte como una forma de hacer ver a las personas con discapacidad y sus historias en la sociedad.
Conocí el paralimpismo después de los Juegos de 1992, pues las Olimpiadas marcaron un antes y un después al celebrarse en España y al prestar un gran apoyo en ella la ONCE. Los siguientes Juegos Paralímpicos fueron creciendo hasta el punto de que hoy este mundo ha ido tomando un papel relevante. Cada campeonato del mundo que se realiza, la participación va en aumento. Por ejemplo, en el último campeonato de judo paralímpico en noviembre en Portugal, la cantidad de países ha aumentado drásticamente. Esto se debe a que la exposición mediática de este deporte ha crecido, por lo que al final las empresas privadas han decidido invertir, comenzando así a surgir patrocinios y apoyos. Los deportistas ya pueden decir que esta es su profesión, ya que gozan de cierta estabilidad.
Esto es a nivel internacional, pero a nivel español creo que el avance no es suficiente. Durante la pasada legislatura del Consejo Superior de Deportes, se consiguió que los deportistas paralímpicos fuéramos considerados deportistas de alto nivel, lo que nos permitió acceder dentro de los programas de deporte que apoya el Estado. Se puede hacer mucho más, pero se está avanzando hacia delante. Lo que yo me pregunto es si España se quedará o no atrás de la tendencia de evolución en el panorama paralímpico.
¿Qué le aporta a una persona con discapacidad la práctica deportiva?
Las personas con discapacidad suelen decir que no tienen límites, pero tienen que saber que sí. Sin embargo, el hecho de que yo no pueda hacer una cosa no quiere decir que no pueda hacer otra. La limitación existe, pero la limitación no te impide tomar otros caminos que sean igual o más satisfactorios que los que hubieras tomado si esa discapacidad no estuviera en tu vida. Esta es la clave.
Estas personas con discapacidad que se introducen en el deporte lo hacen porque ven en el deporte lo que puede ver cualquier persona sin discapacidad. Es decir, un medio de superación, de salir adelante, de sentir que creces y que aportas algo a la sociedad al competir por tu país o tu ciudad.
Quizá el problema con el que se encontrará una persona con discapacidad es a la hora de llegar a la práctica deportiva. Alguien que ve, por ejemplo, puede coger su coche y desplazarse para hacer natación, pero una persona invidente, tiene que coger su bastón y desplazarse en transporte público si no tiene una persona que la lleve. Al final, el problema es que la discapacidad te limite para hacer el deporte que quieras. Por ello, en ocasiones, la persona con discapacidad siente que se supera el doble que alguien que no tenga esa discapacidad.
¿De qué manera has encarado durante toda tu carrera el hecho de enfrentarte a alguien que no ves al cien por cien?
––Lo he hecho adaptándome. Nunca he pedido que se adapten a mí, sino que yo lo he hecho a lo que ha venido. Cuando no he podido adaptarme es cuando he pedido ayuda. Realmente, esta es la clave, es decir, tener los pies sobre la tierra, saber qué realidad estás viviendo, y qué puedes hacer con esa realidad, cómo la puedes manejar. Yo soy alguien con los pies en la tierra que se ha permitido soñar despierta. Ponerme en la realidad de lo que tenía me ha hecho ver hasta dónde podía llegar y colocarme metas reales.
¿Tenías algún tipo de ritual antes de cada combate?
––No, pero sí un proceso de concentración y de preparación mental. Tengo una serie de hábitos
que intento no cambiar normalmente cuando voy a competir. Simplemente, prevengo los problemas de ansiedad y de miedo al fracaso mediante un proceso de concentración de dos días o tres días previos a la competición. Suele funcionar en la mayoría de ocasiones.
Desde hace años, no practicas judo de forma profesional, pero sigues con una rutina diaria. ¿Qué metas te colocaste desde el momento de la retirada deportiva?
––Cuando me retiré, lo primero que hice fue continuar con la formación académica, ya que siempre pensé que la había dejado de lado. Me impliqué en Coaching Deportivo, terminé mis estudios de Técnico Superior de Educación Física y seguí entrenando, por supuesto. Me plantée competir en veteranos y seguir entrenando, y pese a tener altibajos, nunca he perdido la ilusión de seguir adelante. Actualmente, estoy en proyectos, doy charlas para relatar mi experiencia, y contemplo dar clases de judo a invidentes.
Tampoco descarto competir, dado que siento que estoy entrenando bien y que el cuerpo me está respondiendo.
“La persona con discapacidad
siente en ocasiones que se supera el doble que alguien que no tenga esa discapacidad”
¿Un libro y una película que te hayan marcado?
Bueno…, últimamente me he leído un libro que se llama Imperiofobia y Leyenda Negra, de María Elvira Roca Barea, paisana de Málaga, y me ha encantado. Una película que me encantó fue Vivir, de Akira Kurosawa, aunque hay otras que también me han gustado este año, como Los Vengadores, pero lo que es profundidad, apenas tiene.
¿Qué es lo que más detestas?
La mediocridad. Las personas que no profundizan o que tienen un talento extraordinario y que lo desperdician. Hay personas que pueden levantar el vuelo como un halcón y no salen de ese corral de gallinas. Ver el talento desperdiciado es lo que más detesto.
¿Tienes algún lema?
Sí, hay un proverbio chino que me encanta y que dice: ‘‘El hombre que conoce a los demás es fuerte, pero el hombre que se conoce a sí mismo es poderoso’’. Lo usé mucho para los Juegos de Londres 2012, y creo que es valioso.
ENTREVISTA: Francisco Javier Zambrana Durá
FOTOGRAFÍA: F.J. Zambrana y Carmen Herrera